Las terminales de noche son lugares definitivamente nostálgicos. Esa fue la idea que encendió la llama. Primero como tibia sensación solitaria, vaga, confusa. Más tarde como certeza que rondaba por mi cabeza y pedía salir y materializarse en palabras. Es por eso que acá estoy intentando descubrir si estoy al borde de un ataque de inspiración. Evaluando si las palabras ya crecieron y están lista para salir o si aun son demasiado inmaduras para presentarlas al mundo exterior.
El caso es que son tan astutas que habitualmente suelen engañarme, y me hacen toda la pantomima de que ya están listas, que están justas, y de repente cuando me siento frente al teclado, cuando me dispongo de tiempo y paciencia caigo en la cuenta de que fui víctima de un engaño más. Y que va a ser señores son así, aunque parezcan buenas, aunque se muestren dependientes, son sólo disfraces. La realidad es que las palabras son bastante putas. Y mirá que uno las quiere, las defiende, las cuida con celosa dedicación, las pone bien juntitas para que se quieran, se “mimen” y se reproduzcan. Pero ellas son así te engañan todo el tiempo, ¿sabes por qué? Porque se ponen maquillaje y con ese cuentito de la interpretación y de la multiplicidad de sentidos, a veces dicen una cosa pero quieren decir otra, a veces se justifican bajo la excusa del contexto y argumentan que ellas no tienen la culpa , que en realidad las usaron mal.
Son así créanme, no son tan indefensas como parecen. Hay días que por ejemplo te hacen esto , te siguen y te insisten mientras te bañas , mientras intentas dormir , mientras estas comiendo y te piden salir , y vos tratas cordialmente de hacerles entender que no , que son cachorras todavía para conocer el mundo. Vos les hablas y todo, les decís (léase auto-decís) “todavía no están preparadas, no son independientes, no tiene la suficiente determinación para imponer su fuerza conceptual, las va a agarrar cualquiera que ande por ahí y las va a maltratar” y ellas son tan caprichosas que insisten e insisten. Uno no se queda atrás y continúa su línea argumentativa (que mucho no funciona porque ellas no son muy racionales que digamos) y les explica que pueden caer en los ojos de cualquier mengano. Mirá si les toca un suicida, una enamoradizo, un solitario, un soberbio que se yo hasta un loco las puede agarrar y usar a su antojo. Pero en fin ellas te juran y te re juran que están listas que ya aprendieron a defenderse que se van a imponer con el peso de su corporalidad cada vez que alguien quiera aprovecharse de ellas para herir a otro, cada vez que alguien intente usarlas para mentir, que se van a negar a dejar que alguien las ponga en su boca para humillar.
Pero no sólo eso, también te prometen que no van a ser el insumo de los famosos “Don Juanes” que las pronuncien para decir cosas que en verdad no sienten, y mucho menos van a ser cómplices de dos enamorados que mas tarde van a dejar de amarse. Se comprometen a no ser ellas las culpables de promesas incumplidas y te aseguran que no van a ser armas del poder. En suma te garantizan que están listas para una vida segura y tranquila, justa y correcta, sincera y eterna. Y ahí vos haces tu último intento, pegas el celebre “manotazo de ahogado” y les confesas, aun arriesgo de que pierdan su hermosa ingenuidad, que el mundo no tiene nada que ver con eso, porque el mundo no es seguro ni tranquilo, ni justo, ni correcto, ni sincero y mucho menos eterno. Y ahí parecen detenerse y te miran con cara de profunda desilusión cual si fuesen niños que ven alejarse al globo que acaban de perder. Pero lejos de amedentrarse te siguen insistiendo en salir. Ahora te prometen que van a cambiar el mundo. Y uno finalmente se da por vencido y las deja, las deja ir…
Y entonces salen y hacen su recorrido. Y vos te das cuenta que una vez más tenias razón que por mucho que intenten esconderse siempre las encuentra algún enamorado y la estampa en una carta con perfume. Por mucho que se oculten siempre las descubren grandes y pequeños intelectuales que las usan para obras monumentales y para libros de bolsillos. Y que por más que se revelen también las secuestra el poder y las usa a su antojo. Y del mismo modo las encuentran los soberbios, los buenos, los malos, los borrachos, los crédulos, los fanáticos, los enfermos, y los locos, por supuesto que los locos también. Y no sabes que festín se hacen, las mezclan, las llevan y las traen, las marean a las pobres.
Y así hacen su vida durante años, recorren el mundo, pasan de boca en boca, pero nunca mueren, porque las palabras tienen eso, que siempre en algún lado vuelven a aparecer. No mueren, pero envejecen y se vuelven más sabias aun. Y entonces te vienen a visitar a veces ¿y sabes que te dicen? Que tenias razón, que rara vez cambian el mundo, pero que igual vale la pena dejarlas salir…
Y bueno así aprendes la lección ¿esa será la famosa lección a las que se refieren las maestras de primaria?, creo que no, pero bueno digamos que la aprendes y cada vez que te piden les haces caso y te dispones de tiempo para dejarlas ir, pero hoy parece que son ellas las que no quisieron, porque iban a salir para contar de la nostalgia de las terminales y todavía no han dicho ni una sola palabra de eso.
El caso es que son tan astutas que habitualmente suelen engañarme, y me hacen toda la pantomima de que ya están listas, que están justas, y de repente cuando me siento frente al teclado, cuando me dispongo de tiempo y paciencia caigo en la cuenta de que fui víctima de un engaño más. Y que va a ser señores son así, aunque parezcan buenas, aunque se muestren dependientes, son sólo disfraces. La realidad es que las palabras son bastante putas. Y mirá que uno las quiere, las defiende, las cuida con celosa dedicación, las pone bien juntitas para que se quieran, se “mimen” y se reproduzcan. Pero ellas son así te engañan todo el tiempo, ¿sabes por qué? Porque se ponen maquillaje y con ese cuentito de la interpretación y de la multiplicidad de sentidos, a veces dicen una cosa pero quieren decir otra, a veces se justifican bajo la excusa del contexto y argumentan que ellas no tienen la culpa , que en realidad las usaron mal.
Son así créanme, no son tan indefensas como parecen. Hay días que por ejemplo te hacen esto , te siguen y te insisten mientras te bañas , mientras intentas dormir , mientras estas comiendo y te piden salir , y vos tratas cordialmente de hacerles entender que no , que son cachorras todavía para conocer el mundo. Vos les hablas y todo, les decís (léase auto-decís) “todavía no están preparadas, no son independientes, no tiene la suficiente determinación para imponer su fuerza conceptual, las va a agarrar cualquiera que ande por ahí y las va a maltratar” y ellas son tan caprichosas que insisten e insisten. Uno no se queda atrás y continúa su línea argumentativa (que mucho no funciona porque ellas no son muy racionales que digamos) y les explica que pueden caer en los ojos de cualquier mengano. Mirá si les toca un suicida, una enamoradizo, un solitario, un soberbio que se yo hasta un loco las puede agarrar y usar a su antojo. Pero en fin ellas te juran y te re juran que están listas que ya aprendieron a defenderse que se van a imponer con el peso de su corporalidad cada vez que alguien quiera aprovecharse de ellas para herir a otro, cada vez que alguien intente usarlas para mentir, que se van a negar a dejar que alguien las ponga en su boca para humillar.
Pero no sólo eso, también te prometen que no van a ser el insumo de los famosos “Don Juanes” que las pronuncien para decir cosas que en verdad no sienten, y mucho menos van a ser cómplices de dos enamorados que mas tarde van a dejar de amarse. Se comprometen a no ser ellas las culpables de promesas incumplidas y te aseguran que no van a ser armas del poder. En suma te garantizan que están listas para una vida segura y tranquila, justa y correcta, sincera y eterna. Y ahí vos haces tu último intento, pegas el celebre “manotazo de ahogado” y les confesas, aun arriesgo de que pierdan su hermosa ingenuidad, que el mundo no tiene nada que ver con eso, porque el mundo no es seguro ni tranquilo, ni justo, ni correcto, ni sincero y mucho menos eterno. Y ahí parecen detenerse y te miran con cara de profunda desilusión cual si fuesen niños que ven alejarse al globo que acaban de perder. Pero lejos de amedentrarse te siguen insistiendo en salir. Ahora te prometen que van a cambiar el mundo. Y uno finalmente se da por vencido y las deja, las deja ir…
Y entonces salen y hacen su recorrido. Y vos te das cuenta que una vez más tenias razón que por mucho que intenten esconderse siempre las encuentra algún enamorado y la estampa en una carta con perfume. Por mucho que se oculten siempre las descubren grandes y pequeños intelectuales que las usan para obras monumentales y para libros de bolsillos. Y que por más que se revelen también las secuestra el poder y las usa a su antojo. Y del mismo modo las encuentran los soberbios, los buenos, los malos, los borrachos, los crédulos, los fanáticos, los enfermos, y los locos, por supuesto que los locos también. Y no sabes que festín se hacen, las mezclan, las llevan y las traen, las marean a las pobres.
Y así hacen su vida durante años, recorren el mundo, pasan de boca en boca, pero nunca mueren, porque las palabras tienen eso, que siempre en algún lado vuelven a aparecer. No mueren, pero envejecen y se vuelven más sabias aun. Y entonces te vienen a visitar a veces ¿y sabes que te dicen? Que tenias razón, que rara vez cambian el mundo, pero que igual vale la pena dejarlas salir…
Y bueno así aprendes la lección ¿esa será la famosa lección a las que se refieren las maestras de primaria?, creo que no, pero bueno digamos que la aprendes y cada vez que te piden les haces caso y te dispones de tiempo para dejarlas ir, pero hoy parece que son ellas las que no quisieron, porque iban a salir para contar de la nostalgia de las terminales y todavía no han dicho ni una sola palabra de eso.